Nueve lecciones de vida por Tim Minchin (subtitulado)
Hoy quiero traer una breve nota de humor al blog. Humor negro y sarcástico como el del comediante, actor y músico australiano Tim Minchin, el cual, pueda divertirnos más o menos, siempre nos muestra una nueva perspectiva de la realidad.
Se trata del discurso que ofreció al recibir su doctorado honorario en la University of Western Australia (UWA), en septiembre de 2013. En él nos ofrece «9 lecciones de vida» en auténtica clave de humor, y es que hay muchas formas de transmitir ideas importantes para aprender a vivir mejor, y no por hacerlo de forma divertida, sarcástica o irónica, éstas dejan de ser importantes.
9 Lecciones de vida: 9 verdades a tener muy en cuenta para vivir la vida mejor y sacarle más jugo a esta bella oportunidad que se nos brindó cuando nacimos. Puede que alguna de ellas pueda parecerte menos importante e incluso que alguna otra pueda hasta dolerte un poco, pero estoy seguro de que reconocerás en todas ellas aciertos que pocas veces somos capaces de poner en práctica y que, si los pusiéramos, probablemente viviríamos mejor, o al menos más intensamente.
He aquí un resumen de las 9 ideas presentadas por el músico comediante en su inolvidable discurso, tan sólo para que te hagas una ligera idea de lo que viene detrás:
- No tienes que tener un sueño.
- No busques la felicidad.
- Recuerda, todo es suerte.
- Haz deporte.
- Cuestiona tus propias opiniones.
- Sé un maestro: ¡enseña!
- Defínete por lo que amas.
- Respeta a la gente con menos poder que tú.
- Finalmente, no tengas prisa.
En esta ocasión no voy a hacer más comentarios ni resumen del vídeo. Lo he visto muchas veces porque me cautivó la primera vez que lo escuché, y lo traigo para que lo disfrutes, espero que te guste tanto como a mi.
Y recuerda, si te gustó, no te lo quedes, puedes compartirlo con tus amigos en tus redes sociales y además dejarme tus comentarios. ¡Gracias!
Si te cuesta seguirlo en inglés o seguir los subtítulos en español, no te preocupes, aquí te dejo la transcripción completa del discurso, no tiene desperdicio:
Nueve lecciones de vida por Tim Minchin (traducción)
En días más oscuros participé en una conferencia para cierta gran compañía que hace y vende software para contabilidad en la que, supuse, buscaban inspirar a sus agentes de ventas para llegar a mayores alturas. Gastaron 12 mil dólares en este orador inspiracional, un deportista extremo a quien se le congelaron un par de extremidades cuando se atoró en la saliente de alguna montaña. Era extraño. Agentes de ventas de software, me imagino, necesitan escuchar de alguien que ha tenido una larga y exitosa carrera vendiendo software, y no de un excesivamente optimista ex-montañista.
Un pobre sujeto que llegó por la mañana esperando aprender sobre técnicas de ventas terminó yendo a casa preocupado por el flujo de sangre a sus brazos. No es inspirador, es confuso. Y si la montaña se suponía que era un símbolo de los retos en la vida, y la pérdida de una extremidad una metáfora sobre el sacrificio, el programador de software no lo va a entender así, ¿o sí? Porque él no estudio una carrera en artes, ¿o sí? Debería haberlo hecho. Los estudios en artes son fabulosos, y te ayudan a encontrar sentido en lo que no lo tiene. Y déjenme asegurarles, no lo tiene. Tratar de buscar sentido es como buscar patrones de rimas en un recetario. No las vas a encontrar y vas a estropear tu suflé. Y si no te gustó esta metáfora tampoco te van a gustar el resto.
El punto es que yo no soy un orador inspiracional. Nuca he perdido una extremidad en las laderas de una montaña, metafóricamente o de cualquier otro modo. Y ciertamente no les voy a dar orientación vocacional porque, bueno, en realidad nunca he tenido lo que la mayoría de la gente consideraría como un trabajo. Sin embargo por algunos años he tenido a grandes grupos de gente escuchando lo que digo, y me ha dado una inflada percepción de mi propia importancia. De modo que ahora, a la avanzada edad de 37 punto nueve, voy a conferir sobre ustedes nueve lecciones—por supuesto imitando las nueve lecciones de los villancicos en el servicio tradicional de Navidad, que son también muy obscuras.
Encontrarás que algunas de estas cosas son inspiradoras. Seguramente encontrarás que algunas son aburridas, y definitivamente las habrás olvidado todas en una semana. Considérate advertido, habrán muchos símiles y obscuros aforismos que comienzan bien pero terminarán sin tener ningún sentido. Así que escucha o te encontrarás perdido, como un hombre ciego aplaudiendo en una farmacia tratando de ecolocalizar el líquido de los lentes de contacto. (Buscando a mi previa maestra de poesía.)
Aquí vamos, ¿listos?
Uno: No necesitas un sueño.
En los shows de talento en los Estados Unidos siempre hablan de sus sueños. Está bien si hay algo que siempre has querido, que has soñado con todo tu corazón, ve por ello. Después de todo es algo que hacer con tu tiempo: perseguir un sueño. Y si es lo suficientemente grande ocuparás la mayor parte de tu vida alcanzándolo, de modo que para cuando al fin lo obtengas y te encuentres frente al abismo de la carencia de sentido de tu logro vas a estar casi muerto, y entonces no habrá problema. Yo realmente nunca tuve uno de esos sueños, así que promuevo la dedicación pasional a las metas de corto plazo. Se micro-ambicioso. Agacha la cabeza y trabaja con orgullo en lo que sea que se encuentre frente a ti. Nunca sabes a donde te podría llevar eso. Sólo manténte alerta sobre la próxima labor digna de tu esfuerzo que aparecerá en tu periferia, y que es la razón por la que debes tener cuidado de los sueños a largo plazo. Si pones tu enfoque muy lejos de lo que tienes frente a tí, no verás esa cosa brillante asomándose por el rabillo de tu ojo. ¿De acuerdo? ¡Bien! Consejo-metáfora, miren cómo lo hago.
Dos: No busques la felicidad.
La felicidad es como un orgasmo. Si piensas mucho en él se te va. Ocúpate en ello, trata de hacer feliz a alguien más, y quizá encontrarás que tú también lo obtienes como un efecto secundario. No evolucionamos para estar siempre satisfechos. El Homo erectus satisfecho se convirtió en alimento antes de poder pasar sus genes.
Tres: Recuerda, todo es suerte.
Tienes suerte de estar aquí. Eres incalculablemente afortunado de haber nacido, e increíblemente afortunado de haber sido criado en una buena familia que te motivo a ir a la uni. O, si naciste en una horrible familia, eso es desafortunado y tienes mi simpatía; pero aún así eres afortunado. Afortunado de que resultara que fueras hecho del tipo de ADN que forma el tipo de cerebro que cuando es situado en un horrible ambiente infantil tomaría las decisiones que te llevaran eventualmente a graduarte de la universidad. Bien hecho por haberte arrastrado por tu propia cuenta de las agujetas. Pero tuviste suerte. Tú no creaste ese pedazo de tí que te arrastró. Ni siquiera son esas tus agujetas. Supongo que trabajé duro para lograr los dudosos supuestos logros que alcancé lograr. Pero yo no hice el pedazo de mi que trabajó duro, ni más ni menos que el pedazo de mi que comió demasiadas hamburguesas en lugar de ir a clases cuando estudié aquí en UWA. Entender que no puedes realmente tomar crédito por tus éxitos, o realmente culpar a otros por sus fracasos, te hará más humilde y compasivo. La empatía es intuitiva. Pero también es algo en lo que puedes trabajar intelectualmente.
Cuatro: Haz ejercicio.
Lo siento por los rellenitos, pálidos, y fumadores estudiantes de filosofía que levantan sus cejas en una curva Cartesiana mientras miran el movimiento de la masa humana esquivando en su andar los conos miniatura de tráfico de su existencia. Tú estás equivocado y ellos están en lo correcto. Bueno, estás correcto pero a medias. Tú piensas y luego existes, pero también sales a trotar y luego duermes, y luego no estás sobrecogido por una angustia existencial. No puedes ser Kant y no lo quieres ser. Practica un deporte. Haz yoga, levanta pesas, y corre. Haz lo que sea pero cuida de tu cuerpo, porque lo vas a necesitar. La mayoría de ustedes van a vivir hasta cerca de los 100 años, e incluso el más pobre de ustedes va alcanzar un nivel de riqueza que la mayoría de los humanos en la historia no podría siquiera haber imaginado. Y esta larga, lujosa vida en frente de ti te va a deprimir. Pero no pierdas la esperanza. Hay una correlación entre depresión y ejercicio. ¡Háganlo! Corran mis bellos intelectuales, ¡corran!
Cinco: Cuestiona tus propias opiniones.
Un famoso refrán asegura que las opiniones son como los culos, en que todo el mundo tiene uno. Hay una gran sabiduría en este dicho, pero yo también agregaría que las opiniones difieren significativamente de los culos en que el tuyo debe de ser constantemente y meticulosamente analizado. (Solía tener aquí exámenes. Ésta es la revancha.) Debemos pensar críticamente y no sólo de las ideas de los otros. Cuestiona tus propias creencias. Sácalas al porche y golpéalas con un bate de críquet. Sé intelectualmente riguroso. Identifica tus prejuicios, tus sesgos, tus privilegios. La mayoría de la sociedad se desvive por una falla en reconocer la sutileza. Tendemos a generar falsas dicotomías, y luego tratamos de argumentar un punto usando dos completamente distintos conjuntos de supuestos. Como dos jugadores de tenis tratando de ganar una partida con hermosamente executados lanzamientos desde cada uno de los lados de dos canchas de tenis separadas.
Por cierto, ahora que tengo a graduados en ciencia y artes al frente, por favor no comentan el error de creer que las artes y la ciencia están peleadas una con otra. Ésta es una reciente, estúpida y dañina idea. No tienes que rechazar la ciencia para poder crear bellas piezas de arte, para escribir bellos textos. Si quieres prueba: Twain, Douglas Adams, Vonnegut, McEwan, Sagan, Shakespeare, y Dickens para empezar. No tienes que ser supersticioso para ser un poeta. No tienes que odiar la tecnología de ingeniería genética para preocuparte por la belleza del planeta. No requieres afirmar la existencia de un alma para promover la compasión. La ciencia no es un conjunto de conocimientos ni un sistema de creencias, es sólo un término que describe la incremental adquisición de entendimiento por la humanidad a traves de la observación. ¡La ciencia es genial!
Las artes y las ciencias necesitan trabajar juntas en mejorar la manera en que el conocimiento es comunicado. La idea de que muchos australianos, incluyendo nuestro nuevo primer ministro y mi primo lejano Nick Minchin, crean que la ciencia del calentamiento global antropogénico es controversial es un poderoso indicador del tamaño de nuestro fracaso en comunicación. El hecho de que al 30 por ciento de los presentes se les acaban de erizar los pelos es aún más evidencia. El hecho de que el erizamiento tenga más que ver con política que con ciencia es incluso más desesperanzador.
Seis: ¡Se un maestro y enseña!
¡Por favor!, ¡por favor!, por favor se un maestro. Los maestros son las personas más admirables e importantes en el mundo. No lo tienes que hacer por siempre pero, si tienes dudas sobre qué hacer, sé un maestro excelente. Durante tus 20s se un maestro. Se un maestro en una escuela primaria. Especialmente si eres un chico. Necesitamos maestros de primaria varones. Incluso si no eres un maestro, se un maestro. Comparte tus ideas. No des por sentada tu educación. Regocíjate en lo que aprendes y “rocíalo”.
Siete: Defínete por lo que amas.
Recientemente me encontré haciendo esto, que cuando alguien me pregunta qué tipo de música me gusta digo, “bueno, no escucho la radio porque la letra de las canciones pop me desesperan”, o si alguien me pregunta qué comida me gusta digo, “creo que el aceite de trufa está sobre usado y es un poco aborrecible”. Y lo veo todo el tiempo en internet, personas cuya idea de ser parte de una sub-cultura es odiar a Coldplay, o el fútbol, o el feminismo, o el Partido Liberal. Tenemos una tendencia a definirnos en oposición a cosas. Como comediante yo me gano la vida haciendo eso. Pero trata de expresar tu pasión por las cosas que amas. Se expresivo y generoso en tu elogio de aquellos que admiras. Envía notas de agradecimiento y haz ovaciones de pie. Se “pro” cosas no sólo “anti” cosas.
Ocho: Respeta a las personas con menos poder.
En el pasado he tomado decisiones importantes sobre personas con las que trabajo—agentes y productores—grandes decisiones basadas principalmente en cómo trataban a los meseros y personal en los restaurantes donde nos estábamos reuniendo. No me importa si eres el tipo más poderoso en la sala, te voy a juzgar por cómo tratas a los menos poderosos. ¡Ahí lo tienes!
Nueve: Finalmente, no tengas prisas.
No tienes que saber lo que vas a hacer con el resto de tu vida. No estoy diciendo que te sientes por ahí fumando churros todo el día, ¡pero que tampoco cunda el pánico! La mayoría de las personas que conozco que estaban seguras de su carrera profesional a los 20 están ahora teniendo crisis de la mediana edad. Dije al principio de estas divagaciones, que llevan ya tres y medio minutos, que la vida no tiene sentido. No era una afirmación jocosa. Creo que es absurda la idea de buscar sentido en el conjunto de circunstancias que resultaron ocurrir luego de 13.8 miles de millones de años de eventos sin guía alguna. Deja a los humanos pensar que el universo tiene un propósito para ellos.
Sin embargo, no soy un nihilista. Tampoco creo que sean todos unos interesados. De hecho soy algo romántico y ésta es mi idea del romance: pronto vas a estar muerto. La vida a veces parecerá larga, y difícil, y ¡Dios! es cansada. Y algunas veces vas a estar contento y algunas veces triste, y luego vas a estar viejo, y luego vas a estar muerto. Hay sólo una cosa sensata que hacer con esta vacía existencia y esa cosa es llenarla.* Y en mi opinión, hasta que la cambie, la vida mejor se llena aprendiendo tanto como puedas de tantas cosas como puedas. Sintiendo orgullo por lo que sea que estés haciendo. Teniendo compasión, compartiendo ideas, corriendo, siendo entusiasta, y luego está el amor, y los viajes, y el vino, y el sexo, y el arte, y los niños, y dar a los demás, y escalar montañas, pero tú ya sabes todo eso. Es una cosa increíblemente emocionante esta vida sin sentido que tú tienes. Buena suerte y gracias por permitirme complacerme.